Si el Plan no funciona, cambia el plan pero no cambies la meta

Nuestros éxitos y lo que llamamos comúnmente fracasos, creámoslo o no, impactan en mayor o menor medida en nuestra autoestima, el cumplimiento de nuestros sueños y objetivos alimenta nuestra valía personal. Las metas nos dan energía y aumentan nuestros niveles de entusiasmo porque estamos apuntando hacia algo que es importante para nosotros, que nos anima a ponernos en movimiento.

Una meta, por pequeña que sea, puede ser como combustible para ir por más de aquello que queremos en la vida. Si atraviesas por momentos de desánimo en tu vida, comprueba esto, ponte una nueva meta y ve por ella.

Una meta puede ser un valioso recurso para reconectar con esa motivación que es parte de nosotros y que a veces vamos perdiendo por la inmediatez del día a día y por las situaciones en las cuales creemos que hemos fracasado.

Es importante ir por lo que verdaderamente queremos y no por lo que el entorno o la sociedad indica, cuando nos planteamos metas que no son necesariamente nuestras podemos experimentar desánimo, algo no termina de acomodarse dentro de nosotros, podemos dejarlo a medio camino o sentirnos fracasados, incluso antes de completar el proceso.

Te invito a plantearte una meta, ¿cómo hacerlo?. Pues lo primero es plantearte ¿qué quiero?. Una vez que tienes claro aquello que quieres, visualiza el resultado, visualízate a ti habiendo ya conseguido aquello que te estás planteando, observa cómo te sientes, cómo te ves, dónde estás, con quiénes. Si la sensación es de plenitud, de gratitud, de alegría, de confianza… esa es la meta! Luego puedes hacer un plan de acción y probar, y si el plan no funciona, cambia el plan, no cambies la meta.

Te deseo lo mejor en el logro de tus metas.

Romina González Copello

© 2015 Seminarios Insight Todos los Derechos Reservados
Arriba