Decidí ofrecerme como voluntaria para escribir acerca del “Servicio / Servir”, desde mi óptica espiritual y de las relaciones humanas -ya que existen multitud de tipos de servicios-porque durante algunos años tuve la errónea idea de que sólo se podía “servir” si uno contaba con mucho dinero para hacer grandes obras benéficas o si disponía de todo el tiempo del mundo para dedicarlo exclusivamente, como se dice popularmente, “en cuerpo y alma” a los más necesitados.

Cuando tomé conciencia y entendí lo que estos verbos significaban, comprendí cuánto “sirve” servir y me di cuenta de que sirvo para servir en mi diario vivir; y eso me ayudó a quitarme un peso de encima y me llevó a comprender aún más el significado de esta frase poderosa de una de mis heroínas de la vida: la Madre Teresa de Calcuta, quien decía: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.”

Indiscutiblemente, los tiempos actuales nos hacen vivir con rapidez, algunas veces estresados, pensando en todo lo que tenemos que hacer a lo largo del día, la semana o el mes, y así vamos encerrándonos en nuestro pequeño mundo, el cual no nos deja ver más allá de lo que sucede a nuestro alrededor, afectando incluso muchas veces la voluntad para hacerlo.

El servicio o la actitud de SERVIR, es un estado interno que nos predispone a estar pendientes de las necesidades de los demás. Nos enseña a ser más humildes, nos engrandece y nos hace mejores personas, dándole un pleno sentido a la vida y a la alegría de vivir. Entendí que sirviendo a los demás se alimenta el espíritu y se llena nuestro corazón con la gratitud y la sonrisa de aquellos a quienes hemos beneficiado con nuestra entrega o nuestro tiempo…es aquí donde la magia inicia y ocurre.

Aprendí que servir se puede hacer con pequeños actos (sin condiciones, sin expectativas) y, lo más importante, sin apegos, sin esperar nada a cambio. Es así como evidencié que podemos estar en constante servicio con cosas tan simples como sonreír al que se encuentra triste, consolar a quien sufre dolor, dar una voz de aliento a quien ha perdido la esperanza, escuchar a esa persona que pide tiempo y atención, ceder el lugar en una fila o en el tráfico y así, un sinnúmero de acciones que para nosotros pueden ser insignificantes en su momento; sin embargo, para la persona que las recibe puede ser el mejor regalo.

Ejerciendo el servicio en otros niveles, también he realizado “servicio” compartiendo un plato, ofreciendo un pan al hambriento, acompañando a un enfermo, recolectando ropa para abrigar del frío a quienes lo sufren en la época invernal, donando cosas en buen estado, que ya no utilizo y que sirven y alegran a otros que si lo necesitan; he donado mercados de primera necesidad y regalado juguetes y útiles escolares a hogares y familias que no reciben ningún apoyo y están desprotegidas. Si te pones a pensar hay infinidad de maneras de “servir” a los demás.

También puedes servir de manera sencilla y directa, solo dando afecto, cariño, comprensión, buen trato y amor a los que te rodean, incluso cuando esté a tu alcance, dedicando tiempo para hacer sentir mejor a una persona o familiar ofreciéndole una solución temporal o definitiva a eso que lo aqueja.

He vivenciado que servir también es compartir conocimientos, sabiduría, experiencias, aprendizajes de vida, ya sea para inspirar a otros o para mostrarles la lección aprendida cuando tomas un camino equivocado. “Servir” también ha sido compartir mi experiencia de fe con otros, contándoles de los milagros que Dios ha obrado en mí cuando me sentí perdida, ya que con el simple hecho de abrirle las puertas de mi corazón, él ha actuado con su amor, ya que siempre está ahí.

Como verán, hay un sinfín de maneras de estar conectados con el “servicio y servir”, incluso a ti mismo, ya que al servir a otros te sirves a ti mismo, y aquí cierro con otra frase de Madre Teresa: “Muchas veces basta una palabra, una mirada o un gesto para llenar el corazón de los que amamos”.

Servir, creo yo, es el resultado de hacer algo a través de una acción, y esa acción se llama SERVICIO, la mayor alegría y satisfacción que le puedes dar a tu corazón, y como dice el título de este artículo: “Servir…es una forma elevada de AMOR”.

Pregúntate…¿A quién puedo hacer un bien hoy?, ¿En qué puedo ser útil?

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