¿Buenas Intenciones o Buenas Acciones? por Marco Mejía, Seminarios Insight Mexico

Esta semana en particular me ronda mucho una frase que escuche hace mucho tiempo y que creo que haría muy diferentes las cosas en nuestro mundo: “El mundo está lleno de buenas intenciones, pero de pocas buenas acciones”.

Creo que todos los días sobran los momentos en los que podemos hacer algo bueno por alguien: desde abrirle la puerta, cederle el paso en el tráfico, o recoger basura que nos encontremos en la calle; hasta permitirnos ir más allá, como dejar una propina grande cuando el servicio lo merece, o invitarle el café a la persona de atrás en la fila. Todos tenemos la enorme capacidad de cambiarle el día a alguien, de recordarles que vivimos rodeados de personas compasivas, comprometidas y deseosas de crear un mejor mundo. ¿Cuántas veces has tenido esa oportunidad en tus manos?

Lamentablemente, en muchas ocasiones, por desidia, pereza o egoísmo no hacemos nada. Simplemente observamos en el mejor de los casos, esperando que alguien más haga un cambio. Vivimos en un mundo en el que la responsabilidad se pulveriza, y cuando tenemos la oportunidad de hacer algo bueno por otros y no lo hacemos, pensamos: “alguien más los puede ayudar”. Y sé que tu justificación es completamente válida: llevas prisa, no hay tiempo, vas tarde o te están esperando; o tal vez crees que nadie te ha ayudado a ti y no tienes ninguna obligación con nadie más.

Lo que pocas veces nos detenemos a analizar es que si todos pensáramos de esa manera, nada ocurriría. Día a día nos vamos endureciendo como sociedad y nos tocamos menos el corazón para apoyar a otros.

No tenemos que ser héroes de la sociedad, ni aparentar nada. Somos millones de personas en el mundo en nuestros respectivos países. Somos individuos con sueños particulares. ¿Qué ocurriría si cada día, sin importar en donde, todos ayudáramos a alguien más? Y no hablo de cosas gigantescas, sino de pequeños actos, como el sencillo hecho de permitirle el paso a otro en la calle o ceder un asiento en el transporte público. No necesita ser importante para nadie más que para la persona que recibe el regalo. Y sin embargo, eso nos conecta, nos hace más humanos, más conscientes de que no estamos solos, nos convierte más en “uno”. ¿Te imaginas la cantidad de milagros que ocurrirían todos los días? Millones de favores ocurriendo cada instante. ¿Cuánto cambiaría tu vida si hiciéramos esto? ¿Cómo cambiaría tú vida? Lo más increíble es que el regalo no es sólo para la persona que lo recibe, sino también para aquella que lo da.

ayudar2

Así que te invito a estar alerta, a buscar cualquier pretexto para regalarle una sonrisa a alguien, a ser más consciente  de nuestro entorno, de nuestra sociedad. Te invito a que no sólo tengas buenas intenciones, ¡ten buenas acciones!

© 2015 Seminarios Insight Todos los Derechos Reservados
Arriba