– Es como digo yo!
– No, tú no sabes nada! Es como digo yo!
– Y quién eres tú para decir que yo no sé nada? Yo tengo razón!
– Jaja, tienes razón de estar equivocado, eso es lo que tienes!!!

Probablemente alguna vez hayas presenciado un diálogo como este, o alguno parecido. Y con una mano el en corazón, tal vez reconozcas que alguna vez fuiste parte de una conversación de este estilo… Bienvenida… Bienvenido… a dónde? A la raza humana.
Una de las características más fuertes que he observado en las personas por mucho tiempo, es ese deseo (innato?) de querer tener la razón por encima de cualquier cosa, incluso por encima de su propia felicidad.

Es muy común en las personas, establecer un punto de vista y en automático, encontrar evidencia para validarlo. Es un proceso neurológico, normalmente lo hacemos inconscientemente. Hasta allí todo bien, excepto que… automáticamente también establezco mi paradigma: Si piensas como yo, estas en lo correcto. Si piensas diferente, estás equivocado.

Claramente, sostener este tipo de comportamientos, muchas veces nos alejan de tener relaciones abiertas, expansivas, compasivas, comprensivas, empáticas y placenteras. En pocas palabras, nos alejan notablemente de nuestro corazón, de nuestra expresión amorosa. Y es importante reconocer que sostener este comportamiento es una elección.

Y así como elijo quedarme en este punto, puedo también crear para mí elecciones diferentes.

Una clave importante en este lugar es reconocer que mi opinión, es apenas un punto de vista, y nada más que eso. Y como todos sabemos, los puntos de vista cambian muchas veces, con la posición del observador. Y allí radica un gran secreto. Generar dentro de mí la habilidad de moverme desde donde estoy hasta otra posición (¡incluso a la posición de la otra persona!) y con esa nueva perspectiva, volver a observar.

Puede convertirse en un hábito sanador, el reconocer que puede haber tantos puntos de vista sobre una cosa o situación, como personas u observadores hay sobre la faz de la tierra. Con algunos coincidiré, con otros parcialmente, con otros en lo absoluto, pero aún así no dejan de ser solo eso, puntos de vista, opiniones. Quítale el drama a la idea de que puedes equivocarte, acéptalo. Puedes (y vas a) equivocarte. Quítale el drama a que otros se equivoquen. Pueden (y van a) equivocarse, acéptalo. Es parte de como elegimos aprender en esta vida. En base a prueba y error. Y la opinión no es más que un juicio cerrado sobre eso que sucedió, y por como sucedió o por como debería haber sucedido. Relájate. Las personas no se despiertan en la mañana pensando en como hacer para arruinarte la vida. Por lo general, nosotros mismos la echamos a perder pensando que los otros todo el tiempo están en contra mío, por como piensan, o por sus opiniones.

Entonces, ante la próxima oportunidad que tengas de entrar en una discusión, te sugiero sigas unos pasos que a mí, al menos, me resultan:
– Respira
– Observa
– Respira
– Escucha
– Respira
– Vuelve a escuchar (si… de nuevo)
– Respira
– Obsérvate (aquí en donde muchos pisan el palito, y reaccionan)
– Respira
– Date cuenta que lo que estás observando y escuchando de otros es apenas un punto de vista. Es su forma de elaborarlo. No lo tomes en forma personal, no es en contra tuyo.
– Respira
– Ponte en los zapatos del otro (eso decía mi abuela…) Procura ver las cosas desde su posición.
– Respira
– Acepta que solo es otra forma de ver las cosas, y que también desde ese lugar puede ser razonable.
– Respira
– Reconecta el amor por ti, por la otra persona, y por la situación. Relájate. Déjalo ir.

Si hasta aquí habiendo hecho esto, te encuentras en el mismo espacio interno (o sea más cerca de la furia que del paraíso) tal vez no haya mucha aceptación presente. Más bien sigue presente el apego a tu punto de vista. Entonces, aquí va otra serie de recomendaciones que practico y agrego (y vaya que me funcionan):

– Respira
– Muévete (por dentro cuenta hasta 10. Y físicamente incluso, camina, da un paseo, sal de donde estás, ve a correr… regresa).
– Respira
– Vuelve a observar y a escuchar (notarás la diferencia aquí). Esa diferencia puedes reconocerla como tu estado de elevación por sobre la situación.
– Respira
– Ahora de nuevo, acepta que solo es otra forma de ver las cosas, y que también desde ese lugar puede ser razonable.
– Respira
– Coloca tu amor nuevamente sobre ti, sobre esa persona, y sobre la situación.
– Respira, cierra los ojos… Relájate. Déjalo ir.

Y como siempre digo, es importante entender que no necesitamos todos estar de acuerdo. Especialmente en relaciones cercanas, es importante al menos para mí, establecer como primer acuerdo, que podemos estar en desacuerdo. Y eso no significa, que tengamos que ser desagradables. ¡Podemos estar de acuerdo en estar en desacuerdo! Podemos elegir sostener por encima de la opinión, el amor.

Y eso se resume en una frase que siempre decimos en nuestro seminario: Que prefieres…¿Tener la razón o ser feliz? Y la respuesta a esa frase, siempre, siempre, siempre, será tu elección.

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